Psicoespacio
Existe un estrecho vínculo entre espacio y personas que lo habitan. Ya lo
dijo Coco Chanel, “Un espacio interior es la proyección natural del Alma”. El
término Psicoespacio intenta transmitir esta realidad. Unos hogares más, otros
quizás menos; pero casi todas las viviendas dicen mucho de sus moradores. Es
una proyección espacial de la personalidad tanto conscientemente como
inconscientemente. De alguna manera nuestro hogar es un espejo donde nos
solemos reflejar.
Día a día nuestro espacio nos transmite mensajes que interaccionan con
nosotros. Estos mensajes, si somos capaces de reconocerlos, pueden ayudar a que
nos demos cuenta de en qué momento estamos dentro de nuestro proceso vital.
Darse cuenta de la realidad actual de uno mismo siempre es el primer paso
imprescindible para empezar a caminar o para cambiar patrones caducos que
probablemente nos desvían del camino. Es como un “ajá” que sirve de punto de
partida hacia algo que nos acerca a lo que somos realmente, más allá de las
apariencias o de las máscaras cotidianas.
Movilizar objetos en nuestro hogar con comprensión (cuanto más profunda mejor)
de lo que se “cuece” en nuestro Ser interior, ayuda a encaminarnos en el proceso
vital de cada uno hacia lo que en verdad se es y en verdad se quiere.
Es un proceso de por vida, lento, pero realmente seguro puesto que nos
lleva a lo que somos. Ocurre como con el cocinar, se requiere tiempo para
elaborar un buen plato; las prisas y las urgencias dominantes en nuestra
sociedad actual es necesario dejarlas atrás.
Cada uno de nosotros somos diferentes, únicos; descubrir día a día quién
somos es, a mi entender, la mejor y la más gratificante de las “tareas”
vitales. Y para este autodescubrimiento, ayuda mucho observar nuestro hogar. En
él solemos mostrarnos de forma más sincera que fuera de él.
Cómo observar
Es aconsejable hacerlo de una manera desapegada, sin esperar nada en concreto.
Así se permite que afloren percepciones y sensaciones que a menudo estaban
reprimidas o escondidas. Para ello, es necesario darse tiempo. Ya irán
surgiendo, podemos anotarlas conforme las percibamos para más adelante ver qué
hacer.
Muchas veces es bueno que alguien nos ayude a observar. Esa persona ha de ser
neutra, sin juicios de valor. Tan sólo un acompañar a observar. Siempre al
acercarnos a un hogar hay que hacerlo con mucho respeto a todos los que lo
habitan permitiendo que aflore de forma natural todo aquello que pueda transmitir.
Qué observar
Es recomendable dejarse guiar por la intuición, esa gran aliada, para ver
qué objetos nos llaman la atención. Quizás hay algún elemento que se repite,
por ejemplo sólo uno en muchas cosas (una taza de desayuno, una silla en la
cocina, una mesilla de noche, una figura solitaria, una vela…) que podría
evidenciar que nos sentimos solos… O tal vez en las fotografías y cuadros
parece haber un mensaje dominante (puede ser tristeza, oscuridad, cerrazón…)
que quizás denote un estado real personal.
Dónde observar
En general, en todo nuestro hogar. No obstante hay dos estancias que
acostumbran a darnos más juego: el recibidor y el dormitorio.
Se aconseja fijarse en lo que está situado frente a la persona, aquello que
vemos al entrar (lo que se conoce como la primera impresión). Aunque no siempre
es así, quizás la información está “escondida” en algún rincón…
Qué hay detrás de
lo observado
Cuando ya tenemos anotadas las sensaciones percibidas es recomendable
abordar su análisis dándose tiempo para que surjan las implicaciones y
relaciones más o menos ocultas que suele haber.
Algo muy recurrente e interesante es ver quién nos regaló (si es así) un
determinado elemento: como la joven que tenía un corazón de tela como forma de
simbolizar el amor que quería en su vida y no encontraba; había sido de su
madre cuyo historial de relaciones no era para nada lo que ella quería en su
vida, probablemente estaba repitiendo patrones familiares…
El cambio
consciente
Una vez se ha analizado lo que parece que hay, nos hemos dado cuenta de
dónde estamos, podemos abordar el cambio conscientemente. Es igual lo que haya
en el ahora, está bien así, no nos juzguemos, de nada sirve machacarse. Al
contrario, nos tratamos con Amor y seguimos nuestro camino.
Es ahora el momento de iniciar el cambio personal apoyado en los cambios
espaciales. Es un proceso que cada cual afronta a su ritmo de una manera
vinculada a su propia naturaleza, sin agobios, sin prisas… Si partimos de la
sinceridad y la autenticidad del momento personal actual, con seguridad van a
producirse los resultados verdaderos.
Un caso
Una familia compuesta por matrimonio y tres hijos vivía en un piso
espacioso y moderno que disponía de un dormitorio para cada hijo. Los padres tenían
problemas con uno de los hijos, de diez años de edad. Este era muy inquieto y tendía
a provocar conflictos…
La habitación del hijo “conflictivo” era la más alejada del dormitorio
paterno. Y en el recibidor habían tres fotografías (una de cada hijo) en tres
marcos, dos marcos idénticos (los dos hijos “buenos”) y un marco diferente (el
hijo “malo”)
El hogar estaba evidenciando cómo vivían y veían los padres a este hijo
(ellos eran los que decidieron esas colocaciones) . Tras darse cuenta de ello y
hablarlo en profundidad, se quedó en cambiar de habitación al hijo de diez años
ubicándolo en la más cercana a la de sus padres. Sobre los marcos de la entrada
se cambiaron por tres marcos diferentes pero de tamaños similares como forma de
aceptar y estimular la diferencia de cada hijo más allá de los patrones de la
pareja.
Este darse cuenta de hasta qué punto los padres estaban creando una
discriminación filial, ayudó muchísimo a ir cambiando su forma de enfocar la
relación con su hijo. Y el hijo también notó ese cambio, esa aceptación que
reclamaba, y progresivamente mejoró su estado.
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