Sensaciones y compresión
¿A quien no le ha ocurrido que al entrar en una vivienda o en un local se ha sentido mal, incómodo?. O al sentarse en una consulta ha decidido cambiar de silla sin saber conscientemente porque lo hace. O al dormir no puede descansar y se va a otro lugar de la casa y duerme bien. O al poner el bebé en la cuna, este siempre se mueve a una posición determinada...
A veces podemos identificar porqué ocurre todo esto, pero muchas otras no sabemos la causa o las causas. No sabemos la causa de porqué sentimos algo, habitualmente porque no vemos con nuestros ojos lo que ocurre o porque no nos lo han explicado y no lo identificamos.
Todas estas sensaciones de incomodidad o comodidad son percepciones muy sutiles, que se vivencian de forma intuitiva (no de modo racional). Hay personas mas sensibles que otras a estas percepciones, su sensibilidad está vinculada a un mayor desarrollo del aspecto femenino de la personalidad. Los niños y las mujeres son los grupos con mas receptividad, aunque esta evidencia no nos excluye a los hombres.
Actualmente, parece que exista la tendencia a que se valoren cada dia más las percepciones y sensaciones, y se busque vivir más de acuerdo con ellas.
En pleno siglo XXI nuestra sociedad occidental está desarrollando de nuevo la intuición en muchos campos.
En este sentido y en el ámbito del espacio, se aprecia que aumenta la gente sensible a la desarmonía de muchos de nuestros entornos urbanos y espaciales. Personas que buscan y que quieren propuestas reales y factibles para conseguir armonizar en la medida de lo posible sus hábitats. Personas que quieren crear una vivienda personal y única en donde puedan sentirse bien, que quieren lograr un lugar de trabajo armonioso que les facilite la concentración, que quieren modificar los posibles efectos de un entorno desarmónico para vivir mejor...
Esta tendencia que experimentamos como “nueva”, en realidad tiene sus raíces en nuestra sabia antigüedad.
Desde hace milenios en todas las civilizaciones de nuestro planeta se han tenido en cuenta principios de armonía basados en la observación de los procesos naturales para la ubicación de los asentamientos humanos y sus edificaciones. Para nuestros antepasados era natural que las poblaciones y sus edificios siguieran pautas y principios de orden que los vincularan a la naturaleza y sus fenómenos cíclicos.
El asentamiento y la edificación se consideraban lugares en donde el hombre reconocía su compromiso de respeto y alineación con las energías de la naturaleza. El hombre comprendía su vínculo íntimo con la Tierra (el aire, el agua, el fuego y la tierra), la Luna, el Sol, el Cielo, los planetas y las estrellas.
Nuestros antepasados conocían las energías geomagnéticas que nos rodean y también muchos de los alineamientos y movimientos cíclicos celestes.
Todos estos conocimientos cosmotelúricos esenciales son eternos y estan impregnados en nuestro ser. Cada uno de nosotros llevamos más o menos dormido un ser intuitivo que conoce estos principios que nos estimulan a crear espacios con naturalidad, belleza, armonía...
Estos principios han sido conocidos por muchas civilizaciones como las egipcias, sirias, mayas, aztecas, indúes y chinas. Estas culturas construian y diseñaban espacios de acuerdo con toda esta sabiduría.
Su visión del mundo era holística: arquitectura, geomancia y astronomía estaban interrelacionadas. Y valoraban tanto la intuición como la razón en sus tratados y planteamientos.
De todo este rico legado, disponemos de más información escrita de las culturas India y China gracias a sus disciplinas ambientales: el Vastu y el Feng Shui.
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